Anecdotario del Teatro Municipal

Desde hace varios años que vengo escuchando anécdotas de purranquinos. De ahí que, me he propuesto narrar algunas. Aunque son breves y están escritas en un estilo libre, espero puedan disfrutarlas. Seguro que más de algún vecino fue observador de estas historias. La más conocida, la anécdota del inolvidable y querido Canaca, ocurrida en el Teatro Municipal. Las otras tres, igual tienen relación con el teatro.

Te caché Canaca

En los años setenta, el dicho “Te caché Canaca” se hizo conocido en el pueblo y en muchos otros lugares, llegando a ser famoso en Chile. Este se originó del diálogo entre un cantante local, que actuaba en un festival de la canción en el teatro, y el querido adolescente apodado el Canaca. Desde la galería comenzó Canaca a incomodarlo con su sobrenombre, el cual hacía coincidir, con el estribillo de la canción que interpretaba. De improviso, el cantante reconoce a Canaca desde el escenario; detiene su actuación; apunta con el dedo y le grita: “Te caché Canaca CTM, afuera te espero y te voy a sacar la mierda”. El público prorrumpe a carcajadas y el espectáculo se suspende. Fue necesaria una rápida intervención del locutor para tranquilizar a los asistentes en la sala. Con el correr de los años, la famosa frase se ha transmitido a generaciones; aún perdura, y es usada cuando alguien es sorprendido en una fechoría o malos pasos: “Te caché Canaca”.

Los personajes de esta anécdota fueron vecinos del pueblo; siguieron siendo amigos y nunca se supo si hubo desquite afuera del teatro.  

Guadalupe Del Carmen

En los años 60, Guadalupe del Carmen, conocida y apreciada cantante de rancheras mexicanas, actuó a tablero vuelto en varias presentaciones. El cariño de sus fans fue tan grande, que se quedó en Purranque una semana. Era habitual verla en el centro conversando con sus admiradores. No era de admirarse, puesto que en aquellos años, estaban de moda las películas mexicanas con abundancia de charros, balas y canciones que la mayoría había oído en el mismo cine y Teatro Municipal.

NIÑOS TRAVIESOS

Cuantos adultos se acordarán que, siendo niños, les tocó vivir una época de sana distracción, esto ocurría entre  los años 60 y 70. Algunos hacían autos  de carrera con restos de cajones de manzanas, jugaban con aros de neumáticos o, hacían un trapecio imitando al circo en la rama de un árbol. Otros más atrevidos, fumaban un cigarrillo a escondidas de sus padres.

Durante un tiempo, las cañerías usadas en instalaciones eléctricas, fueron las preferidas entre colegiales, para soplar afilados cucuruchos de papel, los cuales, iban a parar a la pizarra de la sala de clases. Imitando lo anterior, pícaros adolescentes frecuentaron el teatro a la hora de la función de vermut (era una función intermedia entre la matiné y la nocturna, tipo siete de la tarde). Se acomodaban en el balcón del teatro y, cuando se apagaban las luces, lanzaban sus proyectiles de papel a los voluminosos peinados escarmenados de las damas de la platea. Eran peinados muy de moda en esos años. Lo divertido para los bromistas, consistía en que, tan pronto había terminado la película, bajaban corriendo la escalera a la salida del teatro. Allí contaban la cantidad de cucuruchos incrustados en los moños de las señoras. Es de imaginarse la sorpresa de ellas al llegar a casa, con varios proyectiles de papel en sus peinados.

Una mujer decidida

En el año 1952, estando en campaña presidencial el candidato del Partido Liberal, Arturo Matte Larraín; pronuncia un discurso a teatro lleno. Inesperadamente, desde el balcón, un individuo comienza a gritarle improperios, pero, sin percatarse, que en un asiento cercano se encontraba Rosa Alessandri Rodríguez, esposa del candidato. Grande fue el alboroto que se armó entre los presentes, por los insultos del sujeto. Sin más tardar, Doña Rosa se levanta de su asiento y le propina un severo combo que lo dejó aturdido en el suelo. Enseguida, llegaron los carabineros y se llevaron preso al hostigador por grosero. Se trataba de un conocido comerciante del pueblo.

Esta anécdota la oí de mi prima Juanita Rosas. En aquel año, ella tenía seis abriles. En la ocasión, acompañó a la comitiva y al candidato, quienes esa noche se hospedaron en la emblemática casa de su abuelo don Eustaquio Rosas en calle Eleuterio Ramírez. Al otro día tomaron el tren rumbo a Puerto Montt.  

VBS.